La empatía no es un sentimiento fácil de definir y, mucho menos, de sentir. Se puede decir que la empatía es la manera que tenemos de ponernos en el lugar de otra persona, sobre todo en la parte emocional. Una cualidad muy necesaria, pero que no todo el mundo sabe desarrollar e implementar.
Hoy os vamos a hablar de la empatía y de algunos ejercicios y claves para desarrollarla de manera eficaz y efectiva.
¿Qué ejercicios puedo practicar para desarrollar la empatía?
Como en todo lo relacionado con los sentimientos, no existe una fórmula matemática ni la verdad absoluta al respecto, pero sí una serie de pautas o consejos que no cuesta trabajo seguir pero que nos pueden resultar muy útiles para practicar algo tan necesario como la empatía.
Trabajar nuestras emociones siempre es una buena idea, tanto para conocernos mejor a nosotros mismos como para ser capaces de conocer e interactuar con los demás.
Aquí os traemos algunos ejercicios para ello:
- Tener en cuenta que todos los puntos de vista son válidos y merecen tu respeto y consideración. Es un “ejercicio” muy útil y recomendable para prácticamente todo, ya que no solo desarrolla la empatía, sino que también nos ayuda a tener mayor amplitud de miras, a no creernos en posesión de la verdad absoluta y a valorar otros puntos de vista que, aunque no tengan por qué hacernos cambiar de opinión, sí que pueden ayudarnos a ver las cosas desde otras perspectivas que reafirmen nuestra posición o nos hagan cambiarla.
- Intentar comprender nuestras propias emociones y sentimientos. Algo que parece muy sencillo al decirlo, pero que tiene un gran trasfondo y va mucho más allá. Muchas veces hemos dicho eso de “no me entiendo ni yo” y es más importante de lo que parece. Entendernos a nosotros mismos nos ayuda a desarrollar empatía y poder llegar mejor a comprender las necesidades y sentimientos de los demás.

- Practicar la escucha activa. Ya sabemos que oír no es lo mismo que escuchar, pero la escucha activa es ir un paso más allá, una manera de más conocer en profundidad a la persona que nos habla, además de hacerle sentir que estamos ahí y que realmente le prestamos atención.
- Intentar adaptarse al ritmo de los demás. Hay personas a las que les lleva muy poco tiempo abrirse a los demás y contar ciertas vivencias o sentimientos, mientras que a otras les cuesta poco revelar su manera de sentir o pensar. Es esencial darle tiempo a todo el mundo para que haga las cosas a su ritmo y entender que no todo el mundo debe ni puede seguir nuestro ritmo, pero que no es algo negativo.
- Participar en actividades colaborativas: colaborar con ONGs o asociaciones de cualquier tipo que ayuden a los demás te hará descubrir situaciones y realidades que quizás te sean ajenas, pero que te ayudarán a empatizar y fomentar esos sentimientos hacia las personas. No se trata de ver a otros en peores circunstancias que tú para relativizar tus problemas, sino de comprender su situación y ponerse en su lugar.

- Intentar no buscar culpables. Cuando se dan determinadas circunstancias, principalmente negativas, es muy frecuente intentar buscar culpables para justificar los hechos o el resultado de los mismos. Pero es mucho más empático intentar entender los motivos que le han llevado a tomar determinadas decisiones que echarle la culpa de las mismas. Y siempre es bueno tener presente que todos nos equivocamos en algún momento.
- Respetar los miedos y temores de los demás. Sobre todo durante los últimos años de la infancia y la adolescencia, aunque también se da en la edad adulta, es frecuente escuchar comentarios despectivos o incluso burlescos hacia personas que tienen un determinado miedo o, incluso, fobia. No sabemos lo que hay detrás de esas circunstancias, qué puede haber provocado que alguien tenga miedo a algo concreto y tome ciertas medidas que puedan resultarnos extremas para autoprotegerse.

- Cuando estés en una situación relajada y a solas, como dando un paseo o tomando algo en una cafetería, elige a alguien de tu alrededor de manera aleatoria y obsérvale durante el tiempo que puedas. Analiza sus movimientos, sus gestos, su manera de proceder, etc. Podrás sacar muchas valiosas conclusiones que te permitirán conocer un poco a esa persona desconocida pero también a ponerte en su lugar, a empatizar con ella y sus circunstancias.
- Intenta controlar el lenguaje a la hora de dar tu opinión. Si alguien cercano te pide consejo, es normal que se lo des, pero debes evitar utilizar expresiones del tipo “ya te lo dije”, “eso ya me lo veía venir”, “tú problema es que…”. Ese tipo de frases no aportan demasiado y suelen ser dañinas, además de que realmente lo importante son los sentimientos y emociones de esa persona que se está abriendo a ti, no los tuyos.
- Intenta ponerte en el lugar de otra persona varias veces al día o con cierta frecuencia. Esfuérzate por entender sus puntos de vista, sus emociones y su manera de actuar, para poder intentar comprender sus circunstancias y lo que le mueve a hacer las cosas de esa determinada manera.

- Intenta comenzar las conversaciones con preguntas que demuestren tu interés por la otra persona, sin llegar a resultar entrometido o invasivo, lógicamente dependiendo de quién se trate y de la confianza que tengas con ella. Si, además de las preguntas, las acompañas con lenguaje no verbal para mostrar tu cercanía, esa persona tendrá la sensación de que valoras su opinión, lo que le ocurre o cómo es en general.
Existen muchos ejercicios que podemos practicar para desarrollar más nuestra empatía, pero hemos seleccionado algunos de los más sencillos y cómodos de hacer para empezar poco a poco.
La empatía es una emoción en auge, demandada cada vez más en los perfiles profesionales, pero también a nivel social y personal. Ser capaz de comprender a nuestros semejantes es un ejercicio que todos deberíamos practicar con frecuencia.